El Presidente anunció en la Exposición Rural una baja permanente en los derechos de exportación. La rentabilidad de la soja en el ojo de la tormenta.
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Francos le contestó a Cristina por la baja de las retenciones: «No entiende nada»
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Gobernadores reaccionaron al anuncio de baja de retenciones de Milei

Milei fue ovacionado el sábado en La Rural tras anunciar la baja de las retenciones a la carne, la soja y granos.
Presidencia
Una lección del pasado reciente
Más allá del malestar por la insuficiencia del alivio, es importante destacar un aspecto que diferencia este proceso de otros anteriores: el Gobierno inició una baja de los DEX sin comprometer el equilibrio fiscal, algo que en el pasado reciente fue inviable. Sin ir mas lejos, durante el mandato de Mauricio Macri, las retenciones fueron eliminadas para varios cultivos y reducidas para la soja, pero debieron reimplantarse en septiembre de 2018 frente a un déficit fiscal creciente y una macroeconomía frágil.
Al Gobierno se le pueden cuestionar muchas cosas en cuanto a su relación con el sector agropecuario: las formas, los tiempos, el momento del anuncio, las definiciones vinculadas al achicamiento de las estructuras en los organismos descentralizados como el INTA o la urgencia que existe para avanzar en problemas de infraestructura entre muchos otros temas que deberán impulsar y seguir de cerca las entidades que representan a los productores. Sin embargo, nadie puede desconocer que el principal reclamo del campo eran, son y serán las retenciones y en este sentido el Gobierno acaba de ganar una mano o mejor dicho, se puso una cucarda.
Tal como publicó un productor oriundo de Pergamino en las redes sociales, “es la primera vez en décadas que se empieza a desarmar el sistema de retenciones sin trampas ni anuncios vacíos. Se puede hacer sin populismo, y lo están haciendo”.
El Presidente manifestó en varias oportunidades que “las retenciones son un robo” y que se deben eliminar. Todos saben que no se puede hacer eso de la noche a la mañana, por eso sorprenden ciertas observaciones de quienes saben muy bien lo que implica tomar este tipo de decisiones. Hay que mirar para adelante y no caer en darle brillo a las críticas que tienen una intencionalidad política, pensar seriamente en las cuentas pendientes para el campo porque hay decenas de ellas que no implican necesariamente un elevado costo fiscal y que podrían potenciar la productividad del agro sin afectar el superávit.
El desafío, entonces, no es solo económico. Es productivo y estructural. Hay que pensar mas y evitar caer en la facilidad de la crítica. Si Argentina quiere encarar una “revolución agrícola”, como mencionan técnicos y referentes del agro, se deben (y pueden) mejorar los indicadores de eficiencia, impulsar las leyes para que llueva la innovación y se pueda trabajar seriamente en la sustentabilidad productiva, con las energías renovables o el impulso de la biotecnología como pilares del desarrollo. El agro no solo necesita pagar menos impuestos, sino también producir más con mayor disponibilidad de recursos, eficiencia y un plan de crecimiento aggiornado a los tiempos que corren.
El Gobierno demostró -con las medidas anunciadas el fin de semana- que supo mantener el apoyo mayoritario del campo. Consolidó ese vínculo político con el campo que probablemente se selle en las urnas en las próximas elecciones de medio término. El aporte de votantes del agro no es consistente, pero en cada pueblo del interior productivo se sabe perfectamente que cuando al campo le va bien, la economía local funciona. Eso es una verdad innegable, por eso la apuesta de muchos -aún con críticas- será apoyar para sostener el rumbo porque un cambio de dirección le pegaría de lleno y dejaría sin posibilidades a miles de productores que esperan que el campo de una vez por todas sea el motor de una economía exportadora y competitiva, capaz de generar riqueza genuina y empleo federal.




