La hipótesis central sostiene que el gobierno de Milei no representa únicamente un viraje ideológico, sino un experimento radical que combina dogmatismo económico, afinidad con la extrema derecha global y un estilo de gobierno que se sostiene en la represión, la desinformación y la captura del Estado por intereses financieros privados.

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La hipótesis que guía este trabajo sostiene que el gobierno de Javier Milei atraviesa una crisis de legitimidad democrática
En este marco, la esfera pública digital desempeña un papel central. Estudios recientes han demostrado cómo la proliferación de discursos de odio en redes sociales no solo refleja tensiones preexistentes en la sociedad, sino que las amplifica y radicaliza, generando un clima de intolerancia que dificulta cualquier posibilidad de deliberación democrática (Ipar, Villarreal, Cuesta & Wegelin, 2022). Este fenómeno no es exclusivo de Argentina, pero adquiere particular relevancia en un país con una tradición de movilización social intensa y con memorias recientes de violencia política.
El gobierno de Milei, además, se encuentra atravesado por un rasgo singular; su fuerte dependencia de un núcleo reducido de funcionarios y asesores financieros con vínculos estrechos con bancos internacionales y actores del mercado de capitales. El ministro de Economía, Luis Caputo, simboliza esta imbricación entre Estado y finanzas, en la que los intereses privados se confunden con las decisiones de política pública. Esta dinámica reproduce lo que Callon (1998) denominó redes sociotécnicas; entramados donde actores económicos, políticos y tecnológicos se articulan para producir efectos concretos de poder. Sin embargo, esas redes pueden volverse inestables y escapar del control de quienes las diseñaron, sobre todo cuando el conflicto de interés entre lo público y lo privado se hace demasiado evidente.
La hipótesis que guía este trabajo sostiene que el gobierno de Javier Milei atraviesa una crisis de legitimidad democrática que lo coloca en un “laberinto sin salida”. La radicalidad de su programa económico, la violencia de su discurso político y la represión ejercida por su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, son síntomas de un modelo de gobierno que no logra consolidarse como democrático en el sentido pleno. Por el contrario, se aproxima a lo que Rosanvallon (2017) denomina un “autoritarismo liberal”: regímenes que, bajo la apariencia de defender la libertad de mercado, erosionan sistemáticamente los mecanismos de representación, participación y reconocimiento ciudadanos.
Esta serie de artículos se organiza en seis capítulos. El primero examina la crisis de representación y legitimidad democrática, retomando el marco teórico de Rosanvallon. El segundo se centra en el programa económico libertario y su dependencia de los mercados financieros. El tercero analiza la radicalización de la derecha argentina en el contexto del “desquicio político” global. El cuarto estudia la proliferación de discursos de odio en la esfera pública digital y su impacto en la convivencia democrática. El quinto explora la crisis de gobernabilidad y el recurso creciente a la represión como mecanismo de control. Finalmente, el sexto plantea las posibles salidas institucionales previstas en la Constitución Nacional como alternativa democrática para superar la crisis actual.
En conjunto, el artículo busca demostrar que el gobierno de Milei no constituye un episodio más de alternancia política, sino un punto de inflexión que interpela los fundamentos de la democracia argentina. El riesgo no es solo económico o institucional, sino civilizatorio; la posibilidad de que Argentina se convierta en un laboratorio de autoritarismo neoliberal. Ante este escenario, la defensa de la democracia requiere una reflexión crítica y una acción institucional que permitan recuperar el horizonte democrático perdido.
Doctor en Ciencia Política





