El mercado ya habla de una corrección en la Bolsa. También, pone el ojo en si la Fed bajará las tasas en diciembre. Otro tema que preocupa es la erosión que provoca el «shutdown» administrativo en EEUU.
-
El dólar global toca máximos de siete meses impulsado por la aversión al riesgo
-
Wall Street continúa con bajas y sigue el miedo entre las empresas tecnológicas

Gordon Gekko, un veterano de mil batallas en Wall Street, nos da su visión sobre la corrección en la Bolsa, la Fed y el “shutdown” en EEUU.
P.: ¿No es demasiado?
G.G.: Ya hemos mencionado el tema. No cambió nada estructural estas semanas. Solo que las cotizaciones siguieron trepando. Estamos en el decil de múltiplos más alto de toda la historia. Si uno toma el ratio secular de Shiller, que es una medida que suaviza los picos, la última vez que lo mencionamos había superado 39 veces las ganancias ajustadas por el ciclo y la inflación. Hoy estamos acercándonos a 41. El techo fue un pasaje fugaz por 44 en diciembre de 1999. Y lo que vino después fue un derrumbe muy rápido. Todo el mundo está avisado.
P.: Y sin embargo el rally no se apacigua.
G.G.: El golpe de China – y el peligro de reabrir la guerra comercial – fue muy duro. Pero, ya ve, Trump, así como lo propició, lo arregló. Y la semana pasada, en Corea del Sur, acordó con Xi Jinping una tregua de un año. El mercado se asustó. Y desde entonces opera con un sentimiento que varía entre el miedo y el miedo extremo. Pero el que se asustó y se bajó, perdió plata. Y el inversor minorista compra muy rápido las agachadas. Así que duran poco.
P.: Hasta que la buena racha se acaba.
G.G.: Tal cual. Ya hemos visto la fiebre reciente del oro. Y, antes, la del bitcoin y las criptomonedas. Eran imparables, ¿o no?
P.: En efecto.
G.G.: Y las dos están corrigiendo. Sin mucho drama, por cierto, pero muy visiblemente.
P.: ¿Y por qué la Bolsa es la excepción?
G.G.: Porque aprobó el examen de los balances. Y lo hizo con holgura. Tan simple como ello. Si los balances no daban la talla, chocábamos con la corrección de la que hablan Morgan Stanley y Goldman Sachs. Recuerde los pequeños traspiés crediticios de la banca regional, si no hubieran sido solo un par de cucarachas aisladas, habrían sido una complicación difícil de sortear.
P.: En la medida que se superan los escollos, pero la Bolsa no se sosiega, y sigue ascendiendo, los peligros se multiplican.
G.G.: La valuación es un talón de Aquiles evidente. Y cada vez más expuesto. Es así.
P.: Que la FED avise que no está muy convencida de repetir otra baja de tasas en diciembre debería desinflar los bríos.
G.G.: Sin dudas. Aunque todavía se cree que la FED va a terminar inclinándose por ejecutarla. Pero las tasas largas ya subieron. La de 10 años de 3,95% a 4,10%. Era un viento de cola que se interrumpió. De buenas a primeras.
P.: ¿Piensa que una FED de brazos cruzados puede pinchar el globo?
G.G.: Sinceramente, no. Y si el globo se pincha, tampoco creo que la FED permanezca mucho tiempo de brazos cruzados.
P.: Los árboles no crecen hasta el cielo. ¿Qué le pondrá freno a esta exuberancia de la Bolsa?
G.G.: Una recesión sería letal.
P.: Lo que hoy está fuera del radar.
G.G.: Por eso mismo es tan desafiante. El súbito temor a un traspié de la actividad – una señal de enfriamiento o de tropiezo crediticio, o un exabrupto de Trump – debería provocar la corrección que se pronostica. Y la verdad es que tuvimos un muestrario de las tres señales – el debilitamiento de la creación de empleo, un par de cucarachas crediticias y la gaffe de Trump con China – , pero aun así no alcanzaron.




