Un miembro de Cato Institute le señala al Presidente Milei la inconsistencia del sistema cambiario implementado y le explica por qué debe dejar flotar el peso para no poner en riesgo las mejoras económicas logradas.
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«La flotación sería un instrumento muy útil para no poner en riesgo los logros macroeconómicos alcanzados hasta la fecha”, opina Lorenzo Bernaldo de Quirós.
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Sistema cambiario a la argentina: las lecciones
En tal sentido, recurre a la experiencia histórica señalando que el mundo está plagado de ejemplos de sistemas cambiarios, como el instaurado en la Argentina, que fueron destruidos por la especulación: esto sucedió con el Mecanismo de Tipos de Cambio del Sistema Monetario Europeo (SME) que sufrió un imponente ataque especulativo en 1992 por parte de fondos de cobertura, donde la libra esterlina y la lira italiana fueron objeto de venta masiva y los bancos centrales del Reino Unido y de Italia intentaron defender sus divisas con subas de tasas de interés y el uso de sus reservas, pero la presión fue insostenible, y al final, tuvieron que dejar flotar sus monedas. “De manera similar, las crisis del peso mexicano de 1994 y la asiática de 1997 fueron precipitadas por el colapso de modelos cambiarios como el descrito. En todos estos casos, la percepción de que las monedas estaban sobrevaloradas y las reservas no eran suficientes para mantener el tipo de cambio desató una fuga de capitales que obligó a devaluaciones caóticas y provocó económicas profundas”, recordó Bernaldo de Quirós.
Dólar: las 5 razones para que el peso flote
¿Cuáles serían las razones que justificarían tal recomendación? Según el economista español hay cinco razones de naturaleza económica en pro de la implantación de un sistema de tipos flotantes en Argentina, que se ven reforzadas por la incertidumbre político-electoral reinante.
- En primer lugar, actuaría como un amortiguador automático frente a shocks externos o cambios en las condiciones económicas internas, por ejemplo, una caída en los precios de las exportaciones no requeriría una devaluación abrupta y desordenada, ya que la moneda se depreciaría gradualmente, ayudando a preservar la competitividad de aquellas.
- En segundo lugar, si se permite al peso ajustarse libremente, se evitaría la acumulación de desequilibrios y presiones que suelen derivar en devaluaciones masivas y crisis, así las correcciones se producirían de manera continua y menos volátil, reduciendo el riesgo de «estallidos» cambiarios.
- En tercer lugar, al no tener que defender un tipo de cambio fijo, el BCRA recuperaría el control sobre su política monetaria, lo que le permitiría centrarse en su principal objetivo: controlar la inflación, y en lugar de usar las tasas de interés y las reservas para defender el dólar, podría emplearlas para estabilizar los precios internos.
- En cuarto lugar, dejar que el peso flote sería la señal más clara de que el Gobierno confía en que su plan de saneamiento fiscal y monetario es sostenible a largo plazo, y mostraría a los inversores y a los ciudadanos que la estabilidad macroeconómica alcanzada es genuina y que el tipo de cambio no necesita ser sostenido de manera artificial.
- En quinto lugar, en un sistema de cambio flotante, no hay un valor fijo de la divisa a mantener, porque se determina constantemente, lo que hace que sea muy difícil identificar una debilidad específica para ser explotada por los especuladores, en consecuencia, éstos tienen menos incentivos a actuar porque, entre otras cosas, se elimina la posibilidad de que las reservas se agoten.
“Si el Presidente Milei no consigue unos buenos resultados en las elecciones legislativas del próximo mes de octubre, su capacidad de avanzar en la aplicación de su programa se complicará de manera significativa. En este contexto, la flotación aparte de ser conveniente por lo apuntado sería un instrumento muy útil para no poner en riesgo los logros macroeconómicos alcanzados hasta la fecha”, sentencia.
Quién aconseja
Quién es Lorenzo Bernaldo de Quirós?: es presidente y socio de la consultora Freemarket Corporate Intelligence; académico del Cato Institute, socio fundador del Instituto von Mises de Barcelona y miembro del Consejo Directivo de la Fundación Internacional para la Libertad (Vargas Llosa), del Instituto de Estudios Estratégicos y del patronato de la Fundación Hermes, director y asesor de varias entidades de estudios y empresariales, y autor de numerosas publicaciones de carácter económico y de diez libros, entre ellos, «El Socialismo es el problema» (1986), «Proceso al Estado» (1988,) «El modelo económico español» (2005), «Por una derecha liberal» (2015) -un razonamiento acerca de porqué la derecha española debe alejarse del conservadurismo y acercarse al liberalismo-, coautor de «¿Mercado o Estado?» (2011) junto a Jordi Sevilla, y participó con un capítulo en la obra colectiva «Podemos. Deconstruyendo a Pablo Iglesias» (2014).





