La modificación de las tasas, que los mercados descuentan pero la Reserva Federal no resolverá hasta último minuto, se discute esta jornada con lujo de detalles. ¿Cuál es la verdadera meta de inflación que persigue el banco central?
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¿Será que los halcones ganaron predicamento? Tampoco. Elevaron, sí, su tono de voz. Y se los escuchó con nitidez. Ya hicieron su contribución dándole la venia al recorte precautorio de dos semanas atrás. Pero, no están convencidos de repetir. Citamos a Bostic, a quien le preocupa que la inflación haya desbordado la meta los últimos cuatro años y medio. Y quien le bajó la persiana a nuevas bajas hasta 2026. Alberto Musalem, de la FED de Saint Louis, ve muy poco margen para insistir, por las mismas razones. Austan Goolsbee, de la FED de Chicago, piensa igual. La inflación es demasiado elevada, sostiene Beth Hammack, de la FED de Cleveland, quien como Musalem, votará en octubre y diciembre. Si Hammack no es el funcionario que quiere subir la tasa antes de fin de año, le pasa raspando. Cuando menciona que el desvío de la inflación con respecto a la meta es mayor que la brecha de desempleo – inexistente hoy con la economía en plena ocupación – rescata una verdad evidente. ¿Será que la baja de tasas prevista para octubre choca así con una seria oposición? Sí. ¿Podrá sortearla? Probablemente. Pero habrá que afilar más la discusión.
¿Dónde están los defensores de otra rebaja? En el mapa de puntos son amplia mayoría. Doce de las 19 cruces. Nueve de ellas, apoyan dos recortes. Y Miran, se sabe, es una ametralladora. La gobernadora Michelle Bowman fue esta semana la voz del ala bajista. La FED debe repetir el guadañazo y actuar de forma decisiva, dijo. Le preocupa sobremanera que la FED corra por detrás de la curva del mercado de trabajo. Pero, señala Hammack, ¿la economía no está en pleno empleo, acaso? Sí, pero el mercado laboral comenzó ya a enfriarse. De ahí, la baja de tasas preventiva. La dinámica puede llevar el mercado de trabajo “a una fase precaria, y existe el peligro de que un shock lo empuje a un deterioro súbito y significativo”. Y un retoque de tasas aislado no da seguridades de despejar esa amenaza. Por último, hay que considerar el factor clave. La FED es más sensible hoy a esa brecha laboral potencial que a la inflación en exceso. Lo prueba que proyecta un sendero de tasas de interés más bajas (aunque no se haya atado a él, Powell dixit) en paralelo a una inflación que alcanzará la meta de 2% recién en 2028. Otra merma de tasas en octubre, por lo tanto, sigue siendo el escenario más probable.
No obstante, el mensaje oficial es que el recorte – que los futuros descuentan, aunque ahora un poco menos – no está garantizado. La data tendrá la última palabra. Y los bonos, la penúltima. Desde que la FED retomó la poda, las tasas largas dejaron de caer, tras una fugaz zambullida por debajo de 4%. La tasa de diez años cerró el viernes en 4,16% a pesar del bálsamo de la inflación de agosto – medida por el deflactor del consumo – que no trajo sorpresas. Pero Trump en persona sí trajo una avalancha de nuevos aranceles. El dólar se apreció frente a las divisas internacionales reflejando las dudas que despertó el gran desfile de oradores. La Bolsa aprovechó para tomarse un respiro. Fue su primera semana en rojo en un mes. Pero falta otro mes para madurar la definición, quizás con un cierre parcial del gobierno en el medio. ¿Tendremos un apagón informativo? ¿Se podrá conocer el informe de empleo de septiembre este viernes? Un “shutdown” que se prolongue le quitará bríos a la actividad y al gasto. La baja de tasas debe verse como una decisión basada en la gestión de riesgos, dijo Powell. La incertidumbre que la agenda política fogonea con entusiasmo puede llevarlo a insistir con la baja de tasas – a extender la póliza de seguros – con la misma lógica, para eludir los mayores peligros.




