KYRGIOS IMPUSO SU JERARQUÍA ANTE SABALENKA Y LA BATALLA DE LOS SEXOS VOLVIÓ A QUEDAR BAJO LA LUPA

El australiano se mostró dominante ante la bielorrusa en una exhibición con reglas especiales que generó más debate que emoción y reavivó una discusión histórica.

La nueva versión de la denominada “Batalla de los Sexos”, disputada en Dubai entre Nick Kyrgios y Aryna Sabalenka, dejó un resultado claro dentro de la cancha y una sensación ambigua fuera de ella. El australiano, con escasa actividad competitiva en la última temporada y ubicado muy lejos de los primeros planos del ranking ATP, venció por un doble 6-3 a la número uno del mundo de la WTA en un encuentro promocional que, lejos de equilibrar fuerzas, expuso diferencias marcadas.

Más allá de los ajustes reglamentarios pensados para compensar la lógica brecha física -como la reducción del tamaño del lado de la cancha que utilizó Sabalenka-, el australiano manejó el desarrollo con comodidad. Sin necesidad de desplegar su máximo potencial, reguló ritmos, varió alturas y velocidades, y jugó gran parte del partido con una soltura que contrastó con el esfuerzo constante de la bielorrusa.

La exhibición, pensada como espectáculo global, terminó inclinándose rápidamente hacia un dominio que nunca pareció realmente amenazado. Sabalenka, que atraviesa el mejor momento de su carrera tras conquistar su cuarto Grand Slam y sostener el liderazgo del ranking durante toda la temporada, mostró actitud competitiva y momentos de alto nivel.

De hecho, cuando logró acelerar con su derecha y tomar la iniciativa, fue ella quien produjo los golpes más celebrados de la tarde. Sin embargo, la dificultad para cubrir los ángulos abiertos por Kyrgios y la falta de continuidad en los intercambios largos terminaron siendo determinantes. El contexto tampoco ayudó a potenciar el show.

El Coca-Cola Arena, con capacidad para miles de espectadores, lució deslucido en varios pasajes, con un público más atento a las celebridades presentes que al desarrollo del juego. La falta de micrófonos para los protagonistas y los extensos intervalos entre puntos enfriaron aún más un clima que nunca terminó de encenderse, pese a los intentos de animación desde la organización.

Sin embargo, desde una mirada más amplia, el evento volvió a poner sobre la mesa viejos interrogantes. La comparación inevitable con el histórico duelo de 1973 entre Billie Jean King y Bobby Riggs dejó en evidencia la falta de un trasfondo reivindicativo real. En lugar de reforzar el crecimiento del tenis femenino, la exhibición pareció confirmar muchas de las advertencias previas: un espectáculo diseñado más como acción de marketing que como mensaje deportivo potente.

El resultado, el desarrollo y el ambiente terminaron alimentando la controversia. Lejos de zanjar el debate, la experiencia en Dubai dejó claro que, medio siglo después de aquel partido emblemático, la “Batalla de los Sexos” sigue siendo un terreno resbaladizo para el tenis moderno.

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