Desde que comenzó octubre, nada subió más que la volatilidad. Manda el mercado bull, pero trepa un terreno más pedregoso y poceado. Especialistas advierten por la eventualidad de «otra dolorosa corrección».
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Manda el mercado bull en Wall Street, pero trepa un terreno más pedregoso y poceado.
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Fantasmas sobre la banca regional
¿Vuelven los problemas de la banca regional, la que supo provocar una tormenta en marzo de 2023 con la caída de Silicon Valley Bank (SVB) y otros colegas? ¿Retornan como en 2007-2009, los dramas de la financiación subprime, esta vez, aquella vinculada al consumo? ¿Qué pasa con las hipotecas comerciales, el fantasma irresuelto que legó la crisis regional de 2023? La morosidad en los préstamos para oficinas alcanza 10,4%, muy cerca de los niveles de 2008. Un billón de dólares de créditos ligados al sector inmobiliario comercial vence antes que termine el año. ¿Se complicará su refinanciación?
Mercados: lo que más sube es la volatilidad
Desde que comenzó octubre, nada subió más que la volatilidad. Ni la fiebre del oro. En Wall Street, el índice VIX se catapultó 35% los últimos 30 días, aun descontando la descompresión del viernes. Manda el mercado bull, pero trepa un terreno más pedregoso y poceado. Y si bien tropezón no es caída, la sensación de vértigo que deja es la misma. El inversor minorista es el sostén más firme del ascenso, quien compra todas las agachadas, y el único que no desertó cuando las instituciones y los profesionales huyeron despavoridos en abril. Pues bien, esta semana, su confianza acusó recibo de las inclemencias. El sentimiento bullish -su optimismo a seis meses vista- se hundió 12,2 puntos porcentuales a 33,7%, según la encuesta de AAII. Y el pesimismo tomó la delantera. Creció 10,4 puntos porcentuales a 46,1% (15 puntos por encima de su promedio histórico). 55% de los consultados consideran que las acciones están sobrevaluadas. Chocolate por la noticia, se podría añadir.
El súbito cambio de opinión del inversor minorista no lo ubica muy distante de la advertencia que Gita Gopinath, otrora número dos del FMI, expresó la semana pasada en The Economist. El entusiasmo que motoriza la inteligencia artificial en la Bolsa establece un paralelo con la exuberancia de fines de los años noventa -el fervor por las compañías puntocom- y que culminó con el estallido de la burbuja ni bien comenzó el nuevo siglo. Es difícil calibrar la cotización razonable de la innovación tecnológica sin incurrir en excesos (dada su innegable capacidad de transformar industrias y aumentar la productividad). “Los inversores tienen buenas razones para preocuparse de que el actual rally esté preparando el terreno para otra dolorosa corrección”, señaló la economista de Harvard. La historia puede repetirse, concluye, “pero las consecuencias podrían ser mucho más graves y con mayor alcance global” que hace 25 años.
Wall Street aguanta en la trinchera
Los inversores están preocupados, ya no son solo los comentaristas. Varios indicadores que miden condiciones objetivas de mercado -como la participación de los papeles en alza, la demanda relativa de bonos versus acciones o el diferencial de tasas entre bonos grado de inversión y especulativos- denotan un temor extremo. La volatilidad agita aún más la coctelera. La novedad saliente es que globos que antes eran irrompibles ahora se pinchan con facilidad, sobre todo en el área de las criptomonedas alternativas. Los barquinazos avisan, y se multiplican. Y, con todo, se aprecia un temor que es todavía más fuerte. Wall Street lateraliza bajo presión. Su marcha es un serrucho que se prolonga, y ya le entran las balas, pero no se rinde. El S&P 500 titubea sin alejarse mucho de los récords. El viernes cerró apenas 1,3% por debajo. Su elección es clara. El miedo más fuerte es a quedarse afuera del rally, y a tener luego que correrlo de atrás. Sabe que la Fed le dará una mano a fin de mes, con otra baja de tasas de un cuarto de punto a la que el propio Powell ya le hizo un guiño favorable. Como se las dio a los bancos, el miércoles y jueves, abriendo la canilla de la facilidad de pases para apuntalar su liquidez con u$s15 mil millones. Que el viernes no se la volviera a usar fue buena señal. Con una Fed amigable al lado, muy atenta a los acontecimientos, se prefiere aguantar las penurias en la trinchera que ensayar una cómoda retirada. Y eso vale también para la fiebre de los metales preciosos, que no solamente la Bolsa infló sus valores al amparo de la relajación anunciada de la política monetaria.



