EN OCASIONES EL TECHO SUPLE LA PUERTA

Por Juan Carlos Tuyaré.

Juan Carlos Tuyaré.

En los inicios del cristianismo, era muy común que las casas en Jerusalén fueran como una caja cuadrada o rectangular, y por lo general dividida en solo dos ambientes. Sus paredes eran de caña o ladrillos de adobe, y se acostumbraba a revocarlas con barro y cal.

Su techo era construido con vigas entrecruzadas con ramajes, que luego se lo tapaba con barro. Lo que posiblemente permitía que creciera hierba sobre el mismo.

Precisamente el texto bíblico narra, por lo menos en tres oportunidades, la posibilidad de que esto fuera así, ya que en relación al corto plazo de vida de los enemigos de Israel, señala: «Serán como hierbas en los tejados, que se seca antes que crezca».

CUATRO AMIGOS ROMPIERON EL TECHO

A propósito de ello, en cierta ocasión, Jesús estaba enseñando dentro de una de ellas y era muy común que en forma simultánea aprovechara la ocasión para sanar a los enfermos allí presentes.

Y en ese contexto, sucedió que cuatro hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerlo delante de él; pero no hallando como hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús.

El objetivo de los cuatro amigos llenos de fe se había cumplido porque su amigo fue sanado.

La fe es definida bíblicamente como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve; y es por medio de ella que se consiguen resultamos maravillosos en la vida de todo aquel que solo pueda creer en el poder de Jesús.

UNA EXCELENTE OCASIÓN

Seguramente, los amigos habían escuchado lo que Jesús era capaz de hacer y se enteraron que ahora estaba muy cerca de ellos, una excelente ocasión para llevarlo ante su presencia. Pero cuando llegaron, se encontraron con que no podían ingresar, porque la multitud era un escollo; pero no se dieron por vencidos, y de la idea pasaron a los hechos, subieron a la casa, rompieron una parte del techo, y lo bajaron.

Imaginemos al dueño de casa al ver el daño que le ocasionaron estos cuatro hombres. Sin embargo, no se reporta ningún tipo de reacción del mismo; lo que significa que había cosas más importantes que atender, al menos en ese momento.

Pero no siempre hay que andar rompiendo techos, lo que si habría que copiar es la fe que tenían estos cuatro; ellos sabían y creían que si lo ponían delante de Jesús, el problema se terminaba, y así fue.

AHORA TAMBIÉN

Esta semana tuvimos el reporte de Silvia, una docente que unos meses atrás fue diagnosticada con cáncer de útero. Ella nos contó su situación y creyó que el mismo Jesús que sanó a aquel paralítico, hoy podía sanarla también a ella. Fue intervenida quirúrgicamente y se verificó que el tumor se había extendido a órganos cercanos. La noticia no fue buena, sin embargo nunca dejó de creer que el milagro podía ocurrir.

Finalmente, días atrás, fue dada de alta y lo que era una preocupación, dejó de serlo.

El milagro se concretó. Pero también damos gracias a la intervención de los profesionales médicos que aportaron lo que la ciencia puede ofrecer para estos casos. Los médicos saben que la fe del paciente es la mejor aliada para el éxito.

Para todos aquellos que por experiencias personales ya conocen el poder sanador de Dios, bueno sería que, al igual que aquellos cuatro, lleven a sus amigos a Cristo.

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